viernes, 2 de enero de 2009

003# Ese puto Phil Collins

Una vez estuve a punto de irme a vivir con una chica. Después de cuatro años saliendo juntos, en plan novios, estábamos muy bien y se nos ocurrió la idea de compartir un piso. Hasta llegamos a hacer la mudanza, y fue precisamente haciéndola cuando se acabó todo.
Yo estaba en el piso, desembalando cajas. Con las mías acabé muy pronto y como ella no estaba, para ahorrarle tiempo, empecé a abrir las suyas y a colocarle cosas. Tomé su caja de cedés y fui sacando uno a uno todos sus discos. Mientras los iba cogiendo, los observaba y recordaba épocas en las que ella estaba muy flipada por un grupo o por una determinada canción. Pero cuando saqué de la caja el disco con el careto de Phil Collins, se me vino el mundo encima. ¿Que cojones hacía allí el puto Phil Collins si nunca había dicho que le gustase? Porque nunca dijo nada de que le gustaba Phil Collins. Y allí estaba él, con su cara redonda de buena persona y con una mirada que me lo decía todo: “Si, si. Ella se va a ir a vivir contigo, pero es de mí de quien está enamorada en secreto”. Ni que decir tiene que me cagué en Phil Collins y en toda su puta estirpe ochenta millones de veces. Yo nunca he sido celoso, pero aquello pasaba de castaño oscuro.
Al día siguiente lo dejé con ella. No me entendió. Me pedía mil explicaciones que no supe darle y nunca llegó a entenderme.
Mis amigos y mi familia me dijeron que estaba exagerando, que me estaba obsesionando por una tontería. El caso es que no podía ver al puto Phil Collins ni en pintura. Me había jodido la vida. Llegué incluso a pensar que a lo mejor al tío que disparó contra John Lennon le había pasado algo parecido y por eso se lo cargó. Pero lo mío era distinto, yo no quería ver muerto al puto Phil Collins. Lo mismo le pegaba un tiro y le convertía en un nuevo mártir de la música y empezaba a vender discos como churros después de muerto. Y solo me faltaba eso. Yo lo que quería es que fracasara, que se hundiese en el más profundo anonimato y no tener que ver más su cara redonda de buena persona en mi puta vida.
Pues de esto han pasado cinco años. Y resulta, que el otro día comprando el Marca, me encontré con ella, con su marido y con su hijo pequeño. Ella estaba igual de guapa que cuando lo dejamos, y el marido era clavado al puto Phil Collins con bigote. Todo encajaba. Si hubiera seguido con ella, me hubiese abandonado por algún Phil Collins cualquiera. Y si no, ¿que hubiera pasado? ¿Tendría que ir pareciéndome poco a poco al jodido Phil Collins para no perderla? Porque lo que está claro es que yo no me parezco a Phil Collins. Ni de lejos. Me parece muy bien que ahora ella sea feliz con su marido igual al puto Phil Collins con bigote y con su niño que acabará pareciéndose a su padre y a esa mierda de cantante, pero yo tengo la conciencia muy tranquila.
No he tenido ninguna relación en estos cinco años, es cierto, pero sigo manteniendo mi careto de siempre y tengo mucho más tiempo que dedicar a mi Play Station 2. Además, el puto Phil Collins actualmente me suda el nabo. Ahora el que me jode la vida es Melendi.

EL KOPROFAGO


Este relato fue publicado en el fanzine "The Tuzaro" Número 8 (Junio 2006).

4 comentarios:

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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led lights dijo...
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Guelo dijo...

A lo mejor te interesa saber que existe The Túzaro online.